lunes, julio 28, 2014

En mi curioso país

Vivo en un país
en el que no se juega a lanzar bolas de nieve
sino de  arcilla y de lodo,
sacado de las riveras de las quebradas,
después del aguacero,
cuando sale el sol,
en cualquier momento del año.

Se hacen castillos de tierra,
los peces ruñen las piedras en el río,
las mismas que serán utilizadas por las matronas para triturar.

Y si hay algo que me ha enseñado la vida,
es que las cebollas se lloran
pero le dan sabor al alimento;
que lamentablemente
no todas las aguas son puras,
que  hay que coquetearle a las plantas cuando se riegan,
para que broten flores más vívidas.

No hay mal que dure cien años,
ni té que no lo cure,
ni cuerpo que lo resista.

Que a las brujas no se les debe mirar a los ojos,
que hay que dudar de lo regalado.

Estoy en el curioso mundo de las casas que tienen botellas rotas
y trozos de vidrio de algunas ventanas
 adheridos con cemento a la parte superior de sus muros,
para ahuyentar a los pillos.







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