lunes, agosto 15, 2016

Aamaal



Shik shak shok

Bailaba en la sala de la casa sobre el tapete
afuera los pescadores se iban con sus redes
más tarde, asomó a la calle mientras extendía la ropa lavada, en la azotea.

Cuando,
fatalmente de frente,
aquel de ancha espalda, le miró a los ojos.
Ojos de nadie, negros como cuervos,
una mirada de Ra,
ven por mi alma.
Habibi, hayati.

Olor a incienso y canela se desprende del mercadillo cercano
el hombre encendiendo una pipa sin quitarle la mirada de encima, como un león,
le preguntó su nombre.
ella se secó la frente con su vestido blanco y le dijo:
Aamaal.


Vengo por tí esta noche, Aamaal.


Llegó la primera noche de mil,
toda llena de estrellas.

 Amaal:
Ingéniate un escape por la azotea o por la ventana,
partiremos en un bote hacia las costas de Eritrea,
Lleva tus objetos preciados y comida,
 Yala, yala!! los gatos nos observan.

sábado, agosto 13, 2016

El escape

Despues de la toma, me escapé
hace años llegué a la urbe, llegué cansada, oliendo a leña, a ver más gris que verdor

A la urbe, por primera vez en mi vida,  para quedarme

y ya no se escuchan tanto los balazos tras las montañas
Y ya no se escuchan tanto los quejidos de los campesinos cuyas reces fueron robadas
Y ya no se escucha la masacre en las tomateras
Y ya no se escucha el trueno de la dinamita explotando en la torre de energía
Y ya no escucho a cada rato las campanas doblando en el parque
Y ya no escucho los animales rellenos de dinamita explotando al lado del comando

Y poco a poco me fui tranquilizando
Y al tirar pólvora en diciembre al principio quise esconderme bajo la cama
Pero cuando menos pensé me fui acostumbrando al ruido
Y así estamos, acostumbrados al ruido
Acostumbrados a un desastre de vez en cuando
A un miedo de vez en cuando
Y a la guerra de vez en cuando

Y grito con desespero: En la urbe las cosas no son iguales que en el campo!
no es de vez en cuando

Ahora, estamos tan tranquilos
pero igualmente preocupados sin hacer nada
mientras que los montes ruegan la paz a la urbe
la jungla ruega la paz a la urbe,
a la urbe que quiere la paz de vez en cuando

Porque no escucha el ruido de la torre de energía al estallar
porque no prueba el sabor de la comida cruda por causa de lo anterior
Porque ese tipo de cosas pasan algunas veces, en algunas partes, en lo poco que resta de monte
En la urbe en que no se iguala ni se sabe lo que es la guerra del campo

Y yo
Nunca me acostumbro al desdén, a la indiferencia,
al rencor a pesar de las vivencias y de los que a mi lado padecieron:
A mi mejor amigo, a su padre, a mi padre, a mis hermanos, a mi madre embarazada de mí y escondida bajo la cama acostada y acurrucada contra la esquina fría de la baldosa, a mi nacimiento prematuro, a mi abuela paterna y a mi abuelo paterno.

Acepto con humildad que lo humano es lo que soy,
pero me frustra tanto t
emerle a mi especie todo el tiempo…
No seamos asesinos de nosotros mismos
No hay camino después de la guerra que satisfaga totalmente a las dos partes que la hacen

Solo espero que seamos capaces de escuchar 
Sin ser tan hipócritas de solamente ir a suplicar por la paz en la iglesia
y  entrar  ignorando a un campesino que  sentado al  lado de la entrada
mira con extrañeza 
esperando que alguien se de cuenta de su existencia,
extrañando su tierra.


Diálogo entre las uvas de un racimo

¿Qué pasará con las nuevas generaciones?
¿Las llevarán los zorros?
¿o serán desangradas brutalmente aplastadas?
¡Ah! ¡al barril la vida!
nos cansamos de indagar porvenires, hagamos mejor que quien nos beba se pregunte y ahogue en nuestra pena su locura.
Desventura con desventura
Esa es la mezcla del vino,
¡bebed todos de él que este es nuestro cuerpo que ha sido aplastado por vosotros y por todos los hombres para el ahogamiento de sus penurias y dolores!
Quien beba será dichoso,
aunque su alma deshecha yazca
sobre la escalera ascendente al desprendimiento de alguien.
Vino,
vino y se fue,
Nosotras ya bien colgadas
y maduras
estamos idas.
Salud.