Señor tintero,
¡Deje la canción!
El radio antiguo resuena en su caja de dulces y cigarros,
no le tengo que preguntar ¿a cuánto el tinto?
sabemos todos que es a quinientos,
así de fácil
así, como saben los amantes que se aman,
así de fácil
como la certeza de morir
fácil, inmediato,
una voz gélida sin sentimiento,
un hotel del gran sur,
una oferta de hacer el amor,
un kilo de limones por mil,
un pitido de la policía de tránsito,
una invitación a creer en alguien.
"frutas frescas" de hace tres días
y roban el salpicón unas que otras abejas,
un pájaro de plástico,
un conejo de pilas,
los humanos mezclados
parecen caminar en la plaza
como si fueran de cuerda.
¡Deje la canción!
Sí, señor tintero,
para que me recuerde ella
que vi hoy lo que estoy viendo
y que viví ahora lo que estoy viviendo
y entre anunciantes, bocinas,
luces, putas,
mendigos, ricos;
policías, ladrones,
tinto y canciones,
una aguja de coser apunta desde medellín al cielo
para tejer otros mundos,
pues ahora mismo
muere
este.