Mi celda es todo
Nos hallamos hacinados
En una economía del castigo
Que me llena de pavor de mí misma y de los
otros
Cada día sometida a la arbitrariedad de los
vigilantes
No hablo más de lo que se me ha permitido.
Observen pues la institución punitiva
El palacio del crimen, la catedral donde se
alaba al suplicio
Centro educativo del pensamiento de fuga
y de venganza
Visitantes pasan por las celdas y observan los presos
Como si se tratase de un teatro la miseria
del otro
Tal como hace tres siglos en París, cuando
castigaban a los reos en la plaza pública.
Me siento en este momento como si me
hallara desnuda
Esperando a que el verdugo llegue con
ansias
Para que me salve del mundo.