jueves, octubre 24, 2013

Pensamientos nocturnos 2: Las simples cosas



-Buenas noches, ¿me puede dar por favor un Pie de nueces y una aromática de frutas?
-¡Ah! querrá decir usted "infusión de frutos secos"?
-Como sea, señora, sí-

Mientras hacía mi pedido, se acercaban dos chicas plásticas acompañadas por dos hombres: uno de mediana estatura, con la nariz aguileña, cabello corto, vestido de gala con zapatos brillantes y cadenas; el otro era un hombre alto,estilo "Mandingo", sí, el de las películas, que tenía un enorme órgano reproductor.

-Dame dos tragos de Bayleys y se los pones al café capuchino.
-¿Querrá decir dos shots de Bayleys?
-No me importa, lo mismo.

Mientras tanto llegaban aquellas mujeres, se pavoneaban directo al baño, sacando enormes bolsas llenas de maquillaje. Hablaban acerca de los viajes, comparaban el país (Colombia) con otros, mientras yo, inspirada, observaba como una diosa qué sucedía con la raza humana, que le da siempre gran importancia a simples cosas, como las escaleras de mármol, las lámparas de Swarovsky, el cosmetiquero de Versace y el perfume dulce de la avaricia.

Yo, pensé entonces en el tiempo, los minutos, valiosos pero tan simples que apenas sabemos que fueron inventados, no nos da el tiempo.

Todos hablaban de sus hazañas en  las que cruzaron los mares, en las que sus cuerpos conquistaron los continentes y criticaban cada costumbre diferente, formas de vida, maneras de vestir, sabores y cualquier cosa. Me preguntaba, ¿qué habrá sido de su tiempo? lapsos de vida, períodos vividos.

¿Qué habrá sido del universo que se agitaba para cambiar los días y las noches, de los rayos del sol o del reflejo de la luna, mientras pasaba el tiempo de estos seres terrestres, que se arremolinan alrededor de las cadenas de oro y los acentos extranjeros?

¿Qué será de los días de lluvia entonces, si sólo se consideran desgracia por que mojan las chaquetas, por que se hacen charcas en en suelo y se ensucian los zapatos de Versace y las gotas caen sobre las piernas delicadas de las mujeres; qué pasará con el calor y el frío, si sentirlo ya no es cómodo cuando el frio nos hace tiritar y el calor hace sudar, si sudar daña las sábanas, si sólo es bella la quietud, si los momentos de alegría y los de tristeza son amargos al tiempo?

Si la mirada solo quiere apreciar atardeceres, ¿para qué el amanecer?; si los pies solo quieren pisar baldosas, ¿para qué la arena?, si el cuerpo solo quiere sentir placer, ¿para qué el dolor?

Y no hay nada entonces que deba criticar en esta vida, no hay nada en la existencia que no valga la pena ser vivido, al final, acaban siendo añadidura las cosas que tenemos, adornando la realidad que somos, realidad única que jamás podremos cambiar, de la que nos olvidamos cuando vemos a las personas alrededor resumida en una frase: todos siempre seremos humanos.