Y el potro blanco y cansado entró galopando por en medio de las dos rejas blancas que rodeaban el cementerio del pueblo
con una marcha pausada, como harto.
Y su esquelética figura recorrió todos los mausoleos.
Era la noche
y doblando sus patas delanteras se dejó caer sobre el pasto
entre las tumbas blancas
Cubierto por la neblina y el claro del astro nocturno, un caballo blanco postrado al pie de la fría tumba de alguien, se distinguía del blanco de las cruces y las lápidas.
Y estaba más muerto que cualquier difunto, muerto en vida,
Andaba esperando que su alimento se lo diera aquel arriero ya difunto.
Más muerto, teniendo un tendido de pasto justo frente a su hocico, cubriendo el campo santo y todos los campos.
Agua servida siempre en el río cercano.
El peor de los suplicios, y no podía reconocerse a sí mismo en el espejo de agua,
Desgraciado es todo animal o criatura viviente que no pueda valerse por si mismo en la soledad y en el abandono del mundo.
Cualquier pérdida de la sensibilidad, de la conciencia y todos los sentidos de la existencia es defunción.
Pero perder la capacidad de amarse y responsabilizarse consigo mismo es la verdadera muerte.
El mundo es una terrible soledad, es un abandono total.
bajo los cascos se encontraban los humanos cuya vida había desamparado el cuerpo, o viceversa.
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