No creo que las hormigas, algún día, dejen de trabajar por
que han encontrado el trozo de alimento más grande del mundo,
no se cansarán de buscar, porque la naturaleza tiene conciencia por sí misma, y
en su enorme sabiduría entiende perfectamente que tenerlo todo será siempre
inalcanzable, y si algún día se alcanza, volverá como necesidad natural, querer
más, por ser el mundo grande y diverso.
Pero las hormigas no saben eso, actúan como naturalmente
están delegadas para actuar, pero los seres humanos, condenados a la conciencia
estamos sufriendo con la naturaleza de nuestro simple ser, que hallamos
complicado en esta vida corta, millones de veces más que la de las estrellas
del cielo.
Piel altamente sensible al sol, huesos que pueden romperse
al caer, pies delicados y manos frágiles, componen la obra de arte divina que
no tiene alas para volar ni veneno para matar.
Todos los animales irracionales tienen armas mortales de por
sí
desde aguijones hasta tentáculos punzantes
Pero los humanos podemos amar u odiar
tan destructivo
Equivalente a la felicidad o al dolor más profundo
tanto que se llega a desear la propia muerte, o a considerar las posibilidades para crear una nueva vida.
desde aguijones hasta tentáculos punzantes
Pero los humanos podemos amar u odiar
tan destructivo
Equivalente a la felicidad o al dolor más profundo
tanto que se llega a desear la propia muerte, o a considerar las posibilidades para crear una nueva vida.
Las hormigas ni
odian, ni saben lo que es el futuro, o el pasado, ni les importa saber si se
vivirá mucho o poco,
Porque no tienen dioses ni medidas, ni conocen el dinero.
Los seres humanos, ¿Qué tan sabios somos?
somos increíblemente sabios y poderosos,
somos increíblemente sabios y poderosos,
Con el defecto de que
siempre, siempre, se nos entran las hormigas a la casa.
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